El último alarido de la moda: Finanzas descentralizadas. La DeFi-manía nos invade. ¡Aaaah!
En el criptoespacio, las modas no duran mucho. Pero siempre algo está de moda. En cripto, todo proyecto comienza con exuberancia. Pronto, el mundo como lo conocemos cambiará por completo y nada será como antes. Ha llegado la revolución y comienzan a romperse los viejos paradigmas. La emoción tiende a convertirse en locura. Y luego la locura suele terminar en desastre. Claro que no siempre es así. De vez en cuando sí se describe una minera de oro. A veces nos ganamos el premio gordo. Las promesas de un mundo nuevo y fantástico no son un fenómeno de hoy. Desde que el hombre es hombre, la humanidad ha soñado con un mundo mejor. Hay peligros y hay oportunidades. ¿Cómo distinguir a un buen producto de una estafa? ¿Cuál es el gran escándalo con las finanzas descentralizadas (DeFi)?
Las oportunidades existen. Están allá fuera. El problema es el ruido. Nuestra pequeña criptotribu está repleta de dos tipos de personajes: Los ilusos y los obstinados. Los ilusos son esos seres ingenios que quieren hacer dinero de manera rápida y sin mucho esfuerzo. La gran codicia. De hecho, son una mezcla entre codicia, pereza, e inocencia. El niño glotón que se come todos los caramelos. Acto seguido: “Mamá, me duele el estómago. Estoy muy enfermo”.
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Los ilusos son el alimento de los estafadores. Primero muertos que perder una oportunidad. Este bando es adicto a las predicciones optimistas del precio de Bitcoin. Ellos son los que están hablando de 10x, 100x, 1000x para este año y ellos son los que supuestamente se retirarán antes de los 30s. Los millonarios. Lambo, yate, penthouse y todo el paquete. Y estos son los que terminan con las tablas en la cabeza.
Por otro lado, tenemos a los obstinados. Este es el bando de los intelectuales. El sabelotodo e incrédulo eterno. Viven con el ceño arrugado y la boca torcida. Son los paranoicos. ¡Estafa! ¡Estafa! ¡Estafa!. Solo Bitcoin, Satoshi y la llave privada debajo del colchón. El resto es una gran estafa. Y ellos son los únicos que saben. Es decir, son los Sherlock Holmes del criptoespacio. Eso es una estafa, mi querido Watson. Lo supe por el tipo de tabaco que fuma. Elemental.
Aquí el principio de inocencia hasta que se demuestre lo contrario no importa mucho. Los demás siempre son culpables. Toda conjetura, duda o sospecha se convierte en algo claro, obvio y evidente. Si los ilusos son irresponsables, los obstinados también lo son pero en sentido contrario.
Este es el ruido. Los dos bandos gritan demasiado y no dejan escuchar. El error probablemente está en que ambos bandos se apresuran a emitir un juicio. Análisis superficiales generan conclusiones superficiales. El otro error está en su código binario. Blanco o negro. Paraíso o infierno. Utopía o plaga. Gallina de los huevos de oro o estafa. Hay que tomar las cosas con calma. Estudiar los hechos. Investigar a profundidad. Poner todo en duda. Y darle al proyecto el beneficio de la duda. Comenzar en buena fe e indagar exhaustivamente. Afirmar menos, escuchar más.
En espacio cripto, las finanzas centralizadas (CeFi) no son nuevas. De hecho, tienen algún tiempo entre nosotros. Pero han crecido orgánicamente. Sin mucho alboroto. Yo tengo una cuenta en Nexo desde hace tiempo, por ejemplo, y ya no sé lo que es una tarjeta de crédito. Me encanta el producto. Estoy sumamente satisfecho. A mí no me importa, si el gato es negro o blanco. Lo importante es que caza ratones.
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El concepto es sencillo. Así funcionan, en términos generales, las finanzas centralizadas (CeFi) y las descentralizadas (Defi). Se realiza un depósito en cripto. Luego, este depósito sirve de colateral a la hora de un préstamo. Cuando se devuelve el préstamo (+intereses), te desbloquean el colateral. El problema aquí está en la volatilidad del colateral. Si el colateral sube de precio, no hay problema. Pero si baja de precio el colateral, el sitio automáticamente se cobra. Para evitar esto se puede realizar un nuevo depósito sobre el depósito inicial para aumentar el valor del colateral y contrarrestar la baja. Este sistema es genial durante las alzas, pero peligroso durante las bajas. En mi caso, yo me protejo depositando más colateral de lo que corresponde. De esta manera, si el precio de Bitcoin baja mucho, mi colateral todavía es suficiente.
En estos sitios, también es posible recibir intereses por nuestros depósitos. Algo así como la tradicional cuenta de ahorro de los bancos. Depositas tu criptoactivo y se mueve el reloj. Los intereses empiezan a llegar. En principio, el asunto no es tan complicado. Son como bancos. Sin embargo, la gran diferencia es que no son bancos. Lo que quiere decir que no están sujetos a las mismas regulaciones que los bancos. Esta es malo y bueno al mismo tiempo. Es malo porque existen menos garantías. Estas compañías no están tan supervisadas como los bancos, y eso implica un riesgo. Por otro lado, es bueno, porque cuentan con la flexibilidad necesaria para ofrecer mejores productos. He aquí el principal atractivo: Es fácil y económico. Para prestar y para pedir prestado.
Estas plataformas también tienen sus propios tokens. Y se utilizan para diferentes propósitos. En un sentido, son ICOs. Es obvio que la plataforma utiliza estos tokens para financiar el proyecto y beneficiar a sus fundadores. Algo válido. Pero también son usadas para obtener liquidez y/o equilibrar sus sistemas. Y, por supuesto, incentivar a los usuarios. En el caso de las plataformas DeFi, sus tokens dan acceso a la gobernanza. En MakerDao, por ejemplo, DAI es un token ERC-20 en la red Ethereum y se mantiene estable (1:1) al USD mediante su creación o eliminación dentro del sistema de préstamos de MakerDAO. MKR es un token creado principalmente para estabilizar a Dai y para permitir el sistema de gobernanza descentralizada del Dai Credit System. Los tenedores de MKR toman las decisiones en MakerDAO.
La sensación del momento es Compound Finance. Los Beatles de la escena Defi. Su token COMP ha crecido muchísimo en las últimas semanas. Ya alcanzó los mil millones de dólares en capitalización de mercado y se convirtió en la madrina de la comparsa Defi. Mientras Bitcoin duerme, COMP está que arde. ¿Por qué tanto alboroto?
De hecho, Compound Finance no es tan diferente a Nexo, Celsius o MakerDao. Es solo que ofrece regalitos de agradecimiento en su token COMP al sacar un préstamo. Entonces, muchos están haciendo arbitraje para obtener estos tokens. En términos generales, este hype en particular no tiene nada que ver con las Defi como tal. Las personas simplemente están abriendo cuentas y utilizando el servicio para poder reclamar la tostadora gratis. Están sacando un préstamo aquí. Depositan allá. Reclaman el premio aquí. Pagan allá. Y van jugando con eso para obtener dinero del sistema. Eso es lo que está de moda ahora. El problema llegará, si los precios colapsan. Todos esos colaterales se convertirán en agua. Y el valor del token se irá al piso. Es posible que la burbuja explote.
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Ahora bien, el debate Cefi vs Defi. Ambos tienen sus encantos. Ambos tienen sus espinas. Cefi es más estable, seguro, y eficiente, si la compañía es buena. Si la compañía es mala, el cuento terminó. Entonces, todo se reduce a la confianza en el equipo. Pero por lo menos hay un responsable. Una compañía a la cual podemos dirigir nuestros reclamos y que podemos denunciar ante las autoridades a la hora de una irregularidad.
En el caso del Defi, tenemos a un verdadero caos. Nadie está a cargo. Estos sistemas tienden a ser un salvaje oeste. Ofrecen “control”, pero hay más peligros. ¿Recuerdan el caso DAO de Ethereum? No todo es color de rosas con la descentralización. Los hackers, los bugs, y el libre mercado despiadado. Un problema y a llorar pa’l monte porque en realidad no hay responsable. Cefi es como un Walmart y Defi es como un mercado popular.
Estas plataformas Defi sí son más participativas. La idea no es mala. Pueden ser algo realmente genial. Se respira un aire más comunitario, más colorido y menos corporativo. Más flexibilidad y más creatividad. Dinamismo. Y, además, esa “inestabilidad” orgánica genera oportunidades. Ambos sistemas son útiles sabiéndolos usar. Siempre tomando todas las previsiones y ponderando los riesgos. No se trata de ser un iluso o un obstinado. Se trata de estar atento y tomar decisiones inteligentes.