La inflación de julio se enfría y podría dar un respiro a la Fed
La inflación en Estados Unidos en julio de 2023 se ha moderado un poco después de alcanzar niveles muy altos en los meses anteriores. ¿Y eso qué significa? Pues que quizás la Reserva Federal, que es el banco central de Estados Unidos, pueda tomarse un respiro y no subir más los tipos de interés. Ante la noticia, Wall Street celebra.
¿Y por qué la Reserva Federal sube o baja los tipos de interés? Pues porque tiene la misión de mantener la estabilidad de los precios y el pleno empleo en la economía estadounidense. Cuando la inflación se dispara, como ha ocurrido este año por la fuerte recuperación tras la pandemia, la Reserva Federal sube los tipos de interés para enfriar la demanda y evitar que los precios se disparen aún más. Pero cuando la inflación se modera, como ha ocurrido en julio, la Reserva Federal puede (en teoría) mantener o bajar los tipos de interés para estimular la actividad económica y el empleo.
¿Y cómo sabemos que la inflación se ha moderado en julio? Pues porque hay varios indicadores que nos lo dicen, pero el más importante es el índice de precios al consumo (IPC), que es el que mide cómo cambian los precios de una cesta de productos y servicios que representan el consumo medio de los hogares estadounidenses. Según el Departamento de Trabajo, el IPC subió un 0,2% en julio respecto al mes anterior, lo mismo que en junio, lo que indica que las presiones inflacionistas se han mantenido estables. Eso significa que la tasa de inflación anual, es decir, el cambio porcentual del IPC respecto al mismo mes del año anterior, se situó en torno al 3,3% en julio, según las previsiones de los economistas. Esa tasa es superior al 3% de junio, que fue el ritmo más lento en más de dos años, pero no hay que alarmarse, porque se debe a un efecto estadístico.
¿Y qué efecto estadístico es ese? Pues se llama efecto base, y consiste en que la tasa de inflación anual depende no solo del cambio de precios del mes actual, sino también del cambio de precios del mismo mes del año anterior. Como en junio y julio de 2022, la inflación fue muy alta (llegó al 9,1%), al compararla con la inflación actual parece que esta ha aumentado, aunque en realidad se haya mantenido igual. Es como si comparáramos el tamaño de un helado recién sacado del congelador con el tamaño del mismo helado después de haber estado una hora al sol: parece que ha crecido, pero en realidad se ha derretido. Este efecto base hará que la inflación anual no baje mucho más hasta principios de 2024, pero también podría hacer que suba en algunos meses si los cambios mensuales de precios son tan moderados como los de junio.
Entonces, ¿la moderación de la inflación en julio es una ilusión óptica? No del todo. Hay algunos componentes del IPC que sí han mostrado una tendencia a la baja, como el alquiler y los automóviles usados, que habían subido mucho al principio de la recuperación económica. Además, hay otro indicador que nos dice que la inflación subyacente, es decir, la que excluye los precios más volátiles como los de la comida y la energía, también se ha mantenido estable en julio. Esto es una excelente noticia.
Según las estimaciones de los economistas, los precios subyacentes subieron un 0,2% respecto a junio y un 4,8% respecto a julio de 2022, lo mismo que en junio. Los responsables de la Reserva Federal se fijan más en la inflación subyacente porque creen que es un mejor predictor de la inflación futura que la inflación total.
¿Y qué hará la Reserva Federal con estos datos? Pues probablemente se lo tomará con calma y no subirá los tipos de interés en su próxima reunión, que será el 19 y 20 de septiembre. Los miembros de la Reserva Federal han elevado los tipos de interés hasta un máximo de 22 años para bajar la inflación enfriando la economía, pero están pendientes de otros indicadores económicos, como el empleo, el crecimiento o los salarios, para decidir si suben más o no. El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha dicho que el banco central está buscando una mayor desaceleración del mercado laboral, incluyendo un menor crecimiento de los salarios, antes de volver a subir los tipos.
¿Y qué significa todo esto para nosotros? Pues depende de si somos ahorradores o deudores, consumidores o productores, importadores o exportadores. En general, una inflación moderada es buena para la economía, porque estimula el consumo y la inversión, pero una inflación demasiado alta o demasiado baja puede ser perjudicial, porque reduce el poder adquisitivo, distorsiona los precios relativos y genera incertidumbre. Por eso es importante que la Reserva Federal acierte con su política monetaria y mantenga la inflación bajo control, pero sin asfixiar el crecimiento ni el empleo.
La inflación es como un monstruo de muchas cabezas que cambia de forma según las circunstancias. No es fácil de entender ni de controlar, porque depende de muchos factores que a veces se mueven en direcciones opuestas. Por ejemplo, la oferta y la demanda, el tipo de cambio, el precio del petróleo, las expectativas de los agentes económicos, etc.
La Reserva Federal tiene la difícil tarea de combatir la inflación con su arma principal: los tipos de interés. Pero no todo depende de la Fed, porque hay muchos factores que escapan a su control. Por eso, la Fed no puede crear la inflación ni eliminarla, solo puede reaccionar a lo que sucede en la economía y tratar de anticiparse a lo que puede pasar. Es como si fuera un bombero que intenta apagar un fuego con una manguera, pero sin saber dónde está el origen del incendio ni cuánta agua tiene disponible.
Los mercados son como niños que se alegran cuando les dan un caramelo. En este caso, el caramelo es la caída de la inflación, que les quita el miedo a que la Fed les suba los tipos de interés. Y si los tipos no suben mucho, los mercados tienen más dinero para jugar. Por eso, todos estamos pendientes de lo que diga la Fed cada mes. Ojalá que el próximo nos traiga buenas noticias y no nos quite el dulce.
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