¿Es posible que la economía de Estados Unidos evite la recesión?
Pronosticar una recesión es relativamente fácil. Solo hay que decir que tarde o temprano una recesión vendrá. Pero no se trata de ser pesimista, sino de conocer los ciclos económicos. Después de una fuerte expansión, viene una contracción. Es algo natural, como respirar o parpadear.
Pero pronosticar una recesión no es lo mismo que predecir una recesión. Predecir una recesión implica saber la fecha exacta de su llegada, su gravedad, su duración y su configuración. Y eso es difícil. Muy difícil. Tanto que muchos expertos se equivocan. Porque predecir el futuro no es una ciencia exacta, sino más bien un arte de suposiciones. Un arte que requiere mucha información, análisis y criterio. Y también un poco de suerte.
Muchas veces, pensamos que una recesión es una crisis inesperada. Algo que nos cae encima por culpa de algún problema. Pero esto no es del todo cierto. Las recesiones son parte de los ciclos económicos. Y para entender esto, hay que comprender el papel que juega el crédito en la economía.
El crédito es el dinero que nos prestan para comprar cosas que no podemos pagar al contado. Como una casa, un automóvil o un viaje. El crédito nos ayuda a adelantar nuestro consumo y a estimular la actividad económica. Pero también tiene un lado oscuro. El crédito nos genera deudas que tenemos que pagar con intereses. Y si nos pasamos de la raya, podemos tener problemas para devolver lo que debemos.
Cuando el crédito es abundante y barato, la economía se expande. Pero cuando el crédito se escasea o se encarece, la economía se contrae. Y así se forman los ciclos económicos. No son una anomalía, sino una consecuencia del funcionamiento del sistema.
Una forma de entender cómo funciona la economía es pensar en los bancos centrales como unos magos que imprimen dinero. Pero no lo hacen con una impresora, sino con un truco llamado crédito. El crédito es el dinero que los bancos centrales crean al comprar bonos públicos y privados, y al prestar dinero a través de los bancos privados. Así, el dinero circula por la economía, como la sangre por el cuerpo.
Pero los bancos centrales tienen que tener cuidado con la cantidad de dinero que crean. Porque si hay mucho dinero en circulación, la economía se sobrecalienta y los precios suben demasiado. O sea, inflación. Y eso es malo para el poder adquisitivo de la gente. Por otro lado, si hay poco dinero en circulación, la economía se enfría y los precios bajan demasiado. O sea, deflación. Y eso es malo para el crecimiento económico.
Por eso, los bancos centrales tienen que encontrar el equilibrio justo entre inflación y deflación. Un equilibrio que no es fácil de lograr, ni de mantener. Porque la economía es un sistema complejo y dinámico, que depende de muchos factores. Y porque los bancos centrales no son magos infalibles, sino humanos con errores y limitaciones.
Una forma sencilla de entender los ciclos económicos es pensar en una persona que pide un préstamo. Cuando recibe el dinero, se siente feliz y poderosa, y se pone a comprar cosas como una casa o un automóvil. Eso hace que la economía crezca, porque hay más demanda de bienes y servicios. Pero luego viene la parte difícil: pagar el préstamo. La persona se da cuenta de que ahora tiene que devolver el dinero con intereses, y que su ingreso no le alcanza para todo. Entonces empieza a gastar menos, a ahorrar más, o a vender lo que compró. Eso hace que la economía se contraiga, porque hay menos demanda de bienes y servicios. Así se completa el ciclo: expansión primero y contracción después.
Claro que en la práctica los ciclos económicos no son tan simples como podría sugerir mi explicación. Porque hay muchos factores que pueden alterarlos, y hacer que la fiesta dure más o menos. Por ejemplo, ¿qué pasaría si te ganaras la lotería, si recibieras una herencia, si consiguieras un mejor trabajo, si usaras tus ahorros para pagar el préstamo o el banco te ofreciera otro con mejores condiciones?
En estos casos, el peso de la deuda no sería tan grave, y podrías seguir gastando y disfrutando. Pero cuidado, porque todo tiene un límite. Tarde o temprano, tendrás que enfrentarte a las consecuencias de tus decisiones. Quizás los precios suban, quizás el banco te cobre más intereses, quizás pierdas tu trabajo o tu herencia. Entonces, la fiesta se acabará, y tendrás que apretarte el cinturón.
La Reserva Federal de los Estados Unidos ha subido las tasas de interés a un nivel no visto en 20 años. Esto significa que pedir dinero prestado es más caro, y que ahorrar dinero es más rentable. Normalmente, esto debería enfriar la economía, porque la gente gastaría menos y ahorraría más. Pero no es lo que está pasando. El consumidor sigue gastando, porque todavía tiene mucho dinero en los bolsillos, y el mercado laboral sigue aumentando los salarios debido a la escasez de trabajadores. En otras palabras, a pesar de este aumento de los costos de crédito, la economía todavía sigue sobrecalentada.
¿Cómo se explica esto? Esta aparente contradicción es simplemente una demostración de que se trata de un fenómeno sumamente complejo, que depende de muchos factores, como la inflación, el crecimiento, la confianza, las expectativas, etc. No hay una fórmula mágica para entenderlo todo.
Ahora bien, la inflación es como el colesterol: hay que mantenerla en un nivel saludable. Si es muy alta, puede causar problemas graves, como la pérdida del poder adquisitivo, la distorsión de los precios y la inestabilidad económica. Si es muy baja, puede indicar una falta de dinamismo, una menor demanda y un mayor riesgo de deflación. Por eso, el objetivo de la Reserva Federal de los Estados Unidos es mantener la inflación en torno al 2% anual. Pero no es fácil lograrlo. Sobre todo cuando la economía está sobrecalentada, como lo está ahora.
La Reserva Federal ha subido las tasas de interés de forma rápida y drástica para controlar la inflación, lo que suele provocar una caída del consumo y la inversión en los próximos meses. Además, la curva de rendimiento (me refiero a los bonos de Tesoro) se ha invertido, lo que indica que los inversores esperan una desaceleración del crecimiento. Estos factores hacen que muchos economistas y analistas pronostiquen una recesión, con una probabilidad de entre el 65% y el 99%.
Sin embargo, también se plantea la posibilidad de un “aterrizaje suave”, es decir, que la economía se enfríe y la inflación se disipe sin una recesión. Para ello, algunos analistas se basan en algunos indicadores positivos, como el aumento del empleo, el alza de los salarios, el repunte de la confianza y el estímulo fiscal. Sin embargo, el camino hacia un aterrizaje suave es estrecho, pero no imposible, y dependerá de las decisiones de la Reserva Federal y de la reacción del mercado. ¿O es el “aterrizaje suave” es una quimera?
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