¿Por qué la economía no se enfría más a pesar de los frenos de los bancos centrales?
La economía es una ciencia muy compleja y a veces contradictoria. No se puede predecir el futuro con una fórmula mágica. Sobre todo, cuando se trata de la inflación. La inflación depende de muchos factores, como la oferta y la demanda, las expectativas, las políticas fiscales, etc. No es solo cuestión de imprimir más o menos billetes. Aunque eso también influye.
Los bancos centrales son los encargados de regular la cantidad de dinero en circulación y de fijar las tasas de interés. Su objetivo es mantener la inflación en un nivel bajo y estable. Pero no es una tarea fácil. A veces, tienen que hacer malabares para equilibrar el crecimiento económico con la estabilidad de precios. Y otras veces, se equivocan y causan más problemas que soluciones. La economía no es una ciencia exacta, sino más bien un arte difícil.
¿Qué es la inflación? ¿Por qué suben los precios? ¿Es culpa del gobierno que imprime billetes como si fueran confeti? Estas son algunas de las preguntas que nos hacemos cuando vemos que nuestro dinero vale cada vez menos. Y hay quienes tienen una respuesta muy simple: la inflación es un fenómeno monetario. Es decir, que hay más dinero circulando que bienes y servicios disponibles, y por eso los precios se disparan.
Esta idea la popularizó el economista Milton Friedman en los años 60, y desde entonces muchos conservadores la repiten como un mantra. Pero la realidad es más compleja que eso. La inflación no depende solo de la cantidad de dinero, sino también de la velocidad con la que se gasta, de la productividad de la economía, de las expectativas de los agentes, de los shocks externos y de muchos otros factores. Además, lo que llamamos masa monetaria hoy en día no es solo el efectivo, sino también los depósitos bancarios, las tarjetas de crédito, las criptomonedas y otras formas de pago. Así que no se deje engañar por los mitos. La economía es una ciencia social, no una religión.
¿Y por qué las economías no se han enfriado más? La respuesta corta es que la pandemia ha alterado todo lo que sabíamos sobre la economía. La respuesta larga es que hay varios factores que explican por qué la subida de los tipos de interés no ha tenido el efecto esperado de moderar el crecimiento y la inflación.
Cierto. Uno de esos factores es el papel de los gobiernos, que han inyectado miles de millones de dólares en ayudas financieras a las familias y las empresas durante la crisis. Esto ha permitido mantener el consumo y la inversión, a pesar del encarecimiento del crédito. Además, muchas personas y negocios han aprovechado los bajos tipos de interés previos para refinanciar sus deudas y asegurarse unas condiciones favorables a largo plazo.
Otro factor es el impacto de las cadenas de suministro, que se han visto afectadas por la pandemia y han provocado escasez y encarecimiento de algunos productos, como los chips semiconductores o los materiales de construcción. Esto ha generado presiones inflacionistas, pero también ha estimulado la actividad económica en algunos sectores, como el automovilístico o el inmobiliario, donde la demanda supera a la oferta.
Un tercer factor es el comportamiento de los agentes económicos, que tienen unas expectativas diferentes a las habituales. Por un lado, los consumidores confían en que la inflación será temporal y siguen gastando su dinero, apoyados por el aumento de los salarios y los ahorros acumulados. Por otro lado, los inversores anticipan que los bancos centrales tendrán que subir más los tipos de interés para contener la inflación y ajustan sus carteras en consecuencia.
Ahora bien, los bancos centrales se enfrentan a un dilema: si suben demasiado los tipos de interés, pueden provocar una recesión; si los suben demasiado poco, pueden perder el control de la inflación. ¿Qué harán? Nadie lo sabe con certeza. Lo único seguro es que nos esperan tiempos interesantes.
Pongamos un ejemplo. ¿Qué pasaría si el dinero fuera agua? ¿Y si los bancos centrales y los privados pudieran crear lluvia con sus compras y sus créditos? La lluvia cae y no siempre hay inundación en las calles. Todo depende de la calidad de los drenajes. Los drenajes son esos factores que hacen que el agua circule y no se estanque. Por ejemplo, la globalización es un drenaje, porque permite que el agua fluya entre países. La tecnología es otro drenaje, porque hace que el agua se use de forma más eficiente. Una población joven y muchos inmigrantes también son drenajes, porque aumentan la demanda y la oferta. Una fábrica abierta y produciendo a toda marcha y unos puertos funcionando son otros drenajes más, porque hacen que el agua se mueva y se intercambie.
Así que, cuando hay mucha lluvia, como después de la crisis del 2008, no tiene por qué haber mucha inflación. Si los drenajes funcionan bien, el agua se distribuye y se aprovecha sin problemas. Pero si los drenajes se tapan, entonces sí que hay lío.
Y eso es lo que nos está pasando ahora. Los drenajes están tapados por varias razones: la pandemia, las tensiones comerciales, los problemas de suministro, el envejecimiento de la población, etc. Y encima, la Fed, que es el banco central de Estados Unidos, está reduciendo la lluvia porque dice que hay demasiada agua. Pero la inflación sigue siendo alta porque el agua no puede salir por ningún lado. El asunto no es solo el exceso de lluvia. El fenómeno es multifactorial. Hay muchos elementos que han causado la inundación.
Como inversor, la política monetaria es clave. Si hay mucha inflación, los bancos cierran el grifo y prestan menos dinero. Y eso es malo para las valoraciones, que son lo que te dice cuánto vale tu empresa o tu inversión. Así que, como inversor, quieres que haya poca inflación y mucho dinero.
La Reserva Federal es como un DJ que solo puede controlar el volumen de la música, pero no la canción, el ritmo, la letra o el público. Su trabajo es ajustar el sonido según la fiesta, pero depende de muchos otros factores que la fiesta sea buena. Si todo va bien, puede bajar el volumen y relajarse. Si no, tiene que subirlo y esperar que nadie se queje. Así que seamos pacientes y bailemos lo mejor que podamos.
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